domingo, 9 de agosto de 2009

LIMA - CONVENTO DE LOS DESCALZOS

Entrada al museo - Convento de los Descalzos

“Los claustros conventuales son – con unos pocos caserones, cada día más raros- los únicos sitios en que aún es posible imaginar y sentir la poesía de la Colonia, Poesía blanda y muelle, enervadora. En vano las anchurosas y solemnes escaleras fingen magnificencias áulicas, y los coros y las salas capitulares ostentan el sombrío esplendor de sus talladas sillerías; en vano el desnudo estilo escurialense resurge con frecuencia entre la hinchazón barroca y lucha por imponer a nuestros claustros la ceñuda adustez de los monasterios castellanos.”

JOSÉ DE LA RIVA-AGÜERO Y OSMA


Cada vez que visito el Convento de Los Descalzos, hoy convertido en museo, me transporto a esa Lima que se fue… Lo conocí en el año 1996; por aquella época incorporaba un pequeño restaurant… no duró mucho más… pero, dejó el recuerdo de unas rondas criollas memorables….

Es útil saber que el Convento de los Descalzos de Lima fue fundado en 1595, como casa de retiro franciscana, por el lego Andrés Corzo, en lo que hoy es el distrito del Rímac, en las faldas del cerro San Cristóbal.

Su construcción se realizó en un terreno donado por benefactores de la orden, que por esas épocas, se encontraba a las afueras de la ciudad, pleno de vegetación, con huertos de plátanos, lúcumas, nogales, cañas de Guayaquil, viñedos, olivos, etc… y a decir verdad, hasta ahora conserva su encantador aire bucólico, recoleto y silente.

Su primer superior fue San Francisco Solano. En el siglo XIX se transformó en un importante centro apostólico del que salieron misioneros que recorrieron el Perú. Esta tarea la continuaron sus religiosos en el siglo XX, y al convertirse en sede y centro de la provincia franciscana de San Francisco Solano, se dedicaron además de la predicación, a obras misionales, parroquiales y asistenciales. El antiguo convento fue declarado monumento histórico nacional y convertido en museo.

El Convento de los Descalzos, que es monumento histórico nacional, queda al final de la Alameda de los Descalzos, antes llamada Alameda Vieja (ésta se formaba de ocho hileras de árboles que se plantaron en 1611, bajo cuyo elegante follaje se paseaban los limeños. A mediados del Siglo XIX Ramón Castilla la remodeló, dándole el aspecto neoclásico que hoy conserva).

Cabe mencionar que cada 3 de agosto se sirve en este convento la porciúncula, que es un puchero elaborado por los franciscanos para alimentar a los hermanos de recursos escasos.

Como se ha dicho, al frente queda la Alameda o Paseo de los Descalzos, muy cerca, la casa de la Perricholi y el Paseo de Aguas, no tendrán el esplendor de sus épocas de esplendor, pero vale la pena conocerlos… solo caminen con precaución… alguna vez, cuando intenté retratar esa parte de la ciudad, un vecino solidario me advirtió a gritos, desde lejos, que pusiera a salvo mi cámara de fotos… así que les recomendaré los mismo.